26 de enero de 2012

Los detalles.-

Era su primer fiesta de disfraces, o al menos, la primera que ella recuerda. Era el cumpleaños de una de sus amigas, cree. Desafortunadamente, el tiempo sólo nos deja imágenes o más bien flashes de lo que uno va viviendo. Hay cosas incluso que ya le es imposible recordar. Algunos datos se deforman, pero hay instantes que marcaron su vida y quizás su personalidad. No recuerda su disfraz. Sin embargo, pese al empeño y al amor de su madre (eso nunca se los va a reprochar, amor y esfuerzo hubo de sobra), sabe que cuando llegó a la fiesta no se sentía linda como cuando había salido de su hogar. Las chicas de su edad tenían otra actitud, lo que hoy en día, los chicos etiquetan como populares. Ella no formaba parte de ese grupo. Era consciente. Por más que se esforzara no daba con el target. Era gordita, inteligente y la ropa no le calzaba como al resto. En fin, una nerd, pero con buenos sentimientos aunque escondidos. Disfrutaron de la fiesta y todos hablaban de los trajes, incluido del suyo. Para su sorpresa, no había causado una mala impresión. Podríamos decir que se sentía feliz, sentía que estaba fomando parte. En un momento dado, una de las chicas decidió hacer cambio de disfraces. La cumpleañera o alguien importante estaba vestida de princesa, con un vestido blanco, inmenso, como el de las películas, y cree que incluso lleva una pequeña corona. Alguien tuvo la idea de decirle a ella que se lo pusiera. No lo podía creer. Se lo puso, con vergüenza. Salió al espejo de medidas abismales que estaba en el pasillo y ocupaba toda la pared. Y se vio. Era un sueño hecho realidad. Estaba bellísima, se sentía en la cima de sus sueños. Sus compañeras le decían que estaba espléndida, que realmente parecía una princesa. No obstante, una de las populares llegó a la escena y sin más, dijo: "Sos una desubicada. No tenés que ponerte ese vestido. Vos no sos la protagonista acá. No es tu cumpleaños." Meditándolo, era verdad. O no. Ella sintió que su mundo se partía en mil pedazos, que le habían arrebatado ese momento de felicidad, sintiendose querida y linda de un plumazo. Pasó el tiempo y ella siguió igual, tratando de agradar. Quizás por eso hoy, no pueda dejar de complacer a los demás. Siga tratando de sentirse querida. Siga esforzándose por no quedarse afuera independientemente de los costos. Ese recuerdo enterrado en su memoria quizás haya sido el motor para el resto de sus acciones. Los detalles desaparecen con el tiempo, pero la esencia queda.