27 de agosto de 2010

*Instante en el viaje*

Ayer volviendo a casa se me sienta un chico al lado. Tendría unos veinti tantos, largos. Yo iba abstraída en la relajación después de yoga. En esa burbuja en la que los sentidos están más atentos y lo cotidiano parece extraño. Y lo normal un poco más desfigurado. Me acomodo en mi asiento y miro por la ventanilla. Concentrada en mis pensamientos, giro mi cabeza y veo al chico escribiendo un mensaje de texto. Hasta ahí nada raro. Situación diaria. Pero empecé a leer lo que escribía y el mensaje decía: "Si estás embarazada esta vez el nombre lo pongo yo. Los amo!" Y sonreí ante un gesto que no se ve. Ante algo a lo que no estamos acostumbrados. Por lo menos las mujeres de mi edad no estamos acostumbradas justamente a ver ese tipo de reacciones de los hombres. Como ver a un hombre llorar por una mujer. Como escucharlos morirse de amor por una de ellas. Incluso me resultan más tiernos que el género femenino. Quizás por la falta de costumbre. Por esa coraza que lo cubre todo o por la gran cantidad de "machotes" que posan sobre el género masculino cierta mala fama por todos conocida y en cierto punto, bien ganada.

Apoyo las emociones simples, mostrar los sentimientos, ser libres. Sin corazas o fachadas.

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